miércoles, 3 de noviembre de 2010

La influencia del SNTE

Definir al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es complejo, pues sus alcances organizativos, laborales, profesionales y de orden político, han generado resultados positivos y negativos. Por lo mismo, hay detractores y críticos que consideran que el SNTE es el principal obstáculo para que la educación en México sea de calidad y también, dentro y fuera de la organización, hay quienes consideran que ha sido el principal defensor de los principios del artículo tercero de la Constitución y de los estándares laborales y salariales del magisterio, que entre otras cosas, garantizan estabilidad laboral y seguridad social.

En términos muy generales, sin posibilidad de agotar el tema en este espacio, podemos señalar algunos factores que pueden considerarse como positivos para la educación y el magisterio, por la presencia de un sindicato omnipotente y hegemónico en la tarea de representar a más de un millón de maestros de los niveles preescolar, primaria, secundaria, normal, así como a los trabajadores dedicados a labores administrativas y de mantenimiento de los centros escolares.




En principio, aunque es discutible, conviene que todos aquellos que laboran en el sector educativo tengan una sola representación sindical. Hemos visto en otros sectores del ámbito público y privado cómo la fragmentación representativa debilita la negociación y contrapone los intereses laborales. En México, históricamente, una crisis económica o una reestructuración productiva u organizativa, implica recortes de personal o, peor aún, la liquidación sindical, independientemente de la materia de trabajo. Como ejemplo tenemos al sindicato minero, a los electricistas, a los pilotos y sobrecargos o a los trabajadores de Ruta 100.

Los dirigentes del SNTE, sin duda alguna, disponen de una cantidad significativa de recursos económicos, gracias a la obligatoriedad de las cuotas y de un importante poder político que se refleja en posiciones en los congresos federal y estatales, en los cabildos municipales. Asimismo, los cuadros sindicales ocupan posiciones en las secretarías de educación de los estados y en la misma SEP.


Pero lo más relevante es que el escalafón sindical incluye desde el maestro de base hasta los cargos directivos en la administración central, pasando por la subdirección, la dirección, la supervisión y la jefatura de sector. Es decir, el SNTE, al mismo tiempo que representa, también funge como patrón.
Esta fuerza política se refuerza con la extensión organizativa y territorial del sindicato. Cuenta con 56 secciones en todo el país y siete mil delegaciones sindicales, cuyos dirigentes, salvo excepciones, están alineados, por ministerio de ley, al mando central que emana del Comité Nacional. La fuerza política y organizativa del SNTE puede considerarse como positiva porque se ha favorecido del flujo de recursos fiscales hacia el sector educativo, que aunque insuficientes, cada vez son mayores.

También, ello ha valido para impulsar políticas fundamentales, como los libros de texto gratuito y la currícula nacional, atajando con ello el conservadurismo católico en estados como Guanajuato, Querétaro o Jalisco, o el radicalismo de izquierda en algunas regiones del sureste. Asimismo, puede señalarse que la fuerza política del SNTE ha favorecido que cientos de miles de maestros, desafortunadamente no todos, tengan estabilidad laboral, las prestaciones de ley, y un salario base que promedia los cuatro salarios mínimos. Desde luego, en ello han contribuido los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), lo mismo que para democratizar al sindicato.

En cuanto a los factores negativos, han sido ampliamente difundidos y documentados por más de 70 años. El peso político de los líderes del SNTE y su relación con el poder les ha valido para acumular cuantiosas fortunas personales y disponer, en muchos casos, discrecionalmente de las plazas. Ya sea que las entreguen con criterios clientelares o las pongan a la venta.

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